domingo, 27 de enero de 2008

El Caramull de Jalón (Xaló).



Jalón, situado en el NE de la provincia de Alicante, en la comarca de la Marina Alta es un municipio conocido en la zona por la excelencia de sus embutidos artesanos, aromatizados con las hierbas típicas de la zona. Aprovechando que era domingo y podíamos comprar algo de este embutido, nos acercamos a comer al Restaurante Caramull.

La cocina del Restaurante Caramull se define como platos tradicionales pero actualizados, ya que Inés y Xaro han sabido adaptar los platos típicos de la cocina valenciana, como l’olla de blat, los minjos, e incluso los arroces, dándoles un toque personal al combinarlos con flores, plantas y especies de la montaña de Alicante.

La carta consta de varios entrantes y ensaladas, 5 carnes, pescados del día y arroces. El domingo hacen cous cous de la marina.

Empezamos con varias entradas para compartir, pues nos interesaba probar todas las cosas tan sugerentes que ofrecían.

De aperitivo sirvieron un rollito de mango con queso fresco blanco y semillas.



Luego empezamos con unas muy correctas anchoas con aceite de oliva y tomate seco. (3.6€ una ración para compartir. Casi todo una ración aunque la partían en 2 para que lo probásemos. Detalle por su parte).



Luego cazón secado en la barca, con aceite de oliva y tomate fresco rallado. (7€) Impresionante el plato avanzado la calidad de las materias y el cuidado que tienen en la realización de los platos.



Luego nos pusieron 2 galletas de cacahuete con pera caramelizada y morcilla. (2x2.8€)Sublime. Menos mal que pusieron 2 porque sino nos hubiésemos peleado por las migajas.



Luego un minjo de perelló caliente y jamón ibérico. Otro plato acertado. (3.10€)



Seguimos con negreta rebozada con harina de cacahuete acompañada de pimiento italiano con uva y salsa de soja (7.90€). Otro plato memorable, el pescado muy fino con el rebozado y el acompañamiento sublime.



El mejor Sepionet que he probado en tiempo, relleno de una gamba casi cruda. Solo hace falta ver las fotos para ver lo fresco de los ingredientes.




Y para finalizar las entradas un figatell de cordero, envuelto en berenjena y cob noniato. Muy bueno el figatell, y los contrastes. (2.8€)



De segundos y para probar la maestría con las brasas probamos conejo marinado con hierbas de la sierra y un entrecot de buey de asturias (9 y 15€). Los segundos no desmerecieron, el entrecot estaba macerado en cámara, bastante tierno y el conejo muy correcto.





De postre una milhojas con helado de vainilla y chocolate caliente (4€)



A destacar en los petit fours el turrón de cacahuete. Típico de la zona y bastante complicado de conseguir a no ser que te lo hagas tú.



Para acompañar la comida tomamos un Pétalos del Bierzo 2006. La carta de vinos no es muy amplia, es lo único que puedo criticar, pero los vinos no tienen un precio muy elevado.



Gran comida, gran embutido, gran día...

lunes, 21 de enero de 2008

3º y 4º Día de viaje por la Toscana...

He agrupado los dos días porque después de estar varios días viendo todos los recónditos lugares que esta zona ofrece, también dedicamos unos días al "consumismo". Una de las grandes atracciones que Florencia ofrece a sus visitantes es poder pasear y comprar productos de diseño italiano, así como de otras grandes firmas. Durante la mañana del 3º día estuvimos paseando por Florencia, si bien merece la pena pasar unos días sólo en esta enorme y "gran" ciudad, perdiéndonos por su historia y por sus calles que a pesar de la época y el tiempo, estaban bastante llenos, simplemente remito unas cuantas fotos de lo que más me impactó (hay para hacer páginas enteras de fotos sólo de Florencia). Está el típico puente de oro (que se llama así porque está lleno de joyerías), el Palacio Vecchio que es de 1229, la catedral o duomo etc...







Para comer en Florencia hay muchos restaurantes y enotecas, pero como el día se complicó pues se puso a llover, entramos en el primer sitio que nos recomendaron que no era para turistas. Un local de solera al lado del Pontevecchio, Osteria il cingiale bianco con comida típica de la región y elaborada sin grandes florituras, eso si con un gran sabor a casero que era exactamente lo que buscábamos. No pudimos hacer fotos a todo pues había bastante hambre. Las raciones eran copiosas. De primero tomamos tagiatelle al pesto (muy buen pesto) y un rissoto con tomate y funghi, muy buenos. De segundo era un Coniglio alla toscana con chianti blanco y un cordero que nos recomendaron que es uno de los platos estrella. La verdad es que la comida y el local eran toscos, pero muy buena elaboración y servicio de tablas.





El último día y aprovechando que saliamos de Pisa, hicimos un recorrido por carreteras interiores hasta Lucca. El paisaje de la Toscana es impresionante e incluso en enero, los valles son de un verde que no se ve por aqui ni en primavera, por lo menos por Valencia. Supongo que será por el grado de humedad tan alto que se alcanza por estos lares.

Lucca, es una de las ciudades que más me han impresionado por su gran belleza, su muralla intacta que rodea a todo el centro histórico, y por la tranquilidad y educación que se respira por sus calles. Muchos pueblos de la Toscana tienen un casco histórico antiguo por donde la gente pasea y ve monumentos y hay tiendas de artesanía y demás, Lucca no es la excepción; lo que si que es excepcional es ver que pese a un ajetreo diario de idas y venidas de gente y murmullos y sonidos aunque leves de tráfico por las otras localidades, en Lucca se "oye el silencio". Es una cosa curiosa que engrandece si más cabe la historia y los monumentos que esta ciudad atesora ( il Duomo de San Martino, la Piazza di Mercato y la iglesia de San Michel in Foro).








Además comimos en una muy bonita ostería. Fue uno de las mejores comidas y de los mejores vinos.







Luego por Pisa (no recomiendo perder más de una hora en verla), sólo se puede ver la famosa plaza, con la famosa torre (que encima está vacía, no hay nada dentro y no entiendo como la gente paga por entrar a no ver nada...)

sábado, 12 de enero de 2008

2º Día de viaje por la Toscana...

Como os comentaba ayer hoy hemos decidido ir hacia el Norte. A 14 Km de Rosia en la Sovicille, está Siena. Rodeada por plantaciones de olivos y de vinos de el Chianti, es una de las ciudades mas hermosas de la Toscana. Establecida entre las colinas, la ciudad es recorrida por amplias avenidas y estrechas callejuelas que conducen al corazón de la ciudad. La Piazza il Campo que se levanta en el corazón de la ciudad y la Catedral de Santa Maria de la Scala que sirve como referencia al famoso Palio, además del imponente Duomo, el Battisterio y cualquier callejuela por la que os perdais por la ciudad; en la que podréis apreciar como la gente de la Toscana cuida el mínimo detalle. Eso y el ver que hay mucha gente dedicada a oficios como tapiceros, ebanistas especializados en restaurar muebles antiguos, ceramistas etc. Todos ellos dedicados a preservar lo antiguo, como con miedo a que se pueda perder esa parte de la historia que para ellos es tan importante.













Después de pasar la mañana por siena y probar varios dulces típicos como el panforte y uno que se llama ricciarelli y que es como un mazapán de almendra con una almendra marcona por dentro, nos hemos dirigido a comer a Coll Vall d'Elsa que está cerca de Siena y tiene muchos y buenos restaurantes. La pena es que estaban cerrados por vacaciones, incluso el Arnolfo que es uno de los mejores restaurantes de Italia. De todas formas es una ciudad muy bella y digna de hacer un alto en el camino para visitar sus calles.

Dado que nos dirigiamos a Volterra y ya eran las 14:15, y por la zona la cocina cierra a las 15.00 paramos a comer en un restaurante entre Coll Vall d'Elsa y Volterra que se llama "Tre archi", donde nos prepararon una comida más que correcta y que consistió en 2 platos de antipasto, unos raviolis con crema de tartufo e funghi, una bisteca a la toscana con patatas, y un tiramisú. Aquí probamos uno de los vinos más interesantes de todo el viaje. Una bodega nueva de Volterra que está haciendo cosas muy interesantes. Vino de corte moderno con muy buena madera, y mucha fruta. Además esta edición era una Selección Privada y la verdad es que nos gustó poder probar un gran vino de una bodega situada a escasos 10 Km del restaurante, pues maridaba muy bien con la comida tomada.













Al finalizar el ágape nos pusimos camino hacia Volterra (la ciudad del viento y de los cantos rodados). La fortaleza es impresionante, pero lo que realmente hay que hacer en Volterra es perderse.Es como un viaje en el tiempo hacia los siglos XII y XIII y poder observar como el tiempo se ha parado en la Piazza del Priori, la Piazza San Giovanni, la Catedral (S.XII), la Porta all’Arco (S.IV a.C). y tantos y tantos rincones que hacen a Volterra una de las agradables sorpresas de este periplo por la Toscana. A Volterra la llamaban la ciudad que cambiaba de color pues es donde se trabajaba y aún se trabaja el alabastro.







De camino a Siena pasamos por San Gimigniano que está muy cerca de Volterra. Es uno de los lugares que más visitas recibe en la Toscana. Por suerte estos días no hay casi ningún turista. Desde luego se agradece pues la mitad de estos lugares y sobre todo en épocas estivales está invadido de autobuses y de más gente que viaja con lo que al final todo se convierte en un intentar encontrar un lugar donde poner la cámara para que salgan los menos espontáneos posible. San Gimigniano la llaman el Manhattan de la Toscana pues cuenta una leyenda que tenía muchas torres y muy altas, algunas de las cuales aún están en perfecto estado( hasta setenta torres tuvo alguna vez, de las que hoy quedan únicamente catorce). Es uno de los pueblos más bonitos. A mí me gustó mucho, tanto como Montepulciano, Volterra y Luca. Tiene un montón de callejuelas con muchos comercios dedicado a adquirir bonitos recuerdos de la estancia. El lugar conserva el encanto de una urbe medieval, cercada por sus viejas murallas y en torno a las calles de San Giovanni y San Matteo, que la cruzan longitudinalmente. También posee innumerablez plazas Duomo, Colegiata, Poppolo. Desde luego hay que visitarlo, aunque supongo que en verano será un poco farragoso con tanta gente. Desde luego en Enero es un lujo ir por estas ciudades pues es cuando más tranquilas están por lo que impresiona mucho más.

Además San Gimigniano destaca por ser una zona vitivinícola importante, como toda la Toscana, pero este en especial se encuentra rodeado de campos de vides, y también de olivos.






Bastante cansados ya, cenamos en Rosia. En un restaurante que nos sugirieron en la residencia y que al parecer hacían unas de las mejores pizzas de la región. Razón no les faltaba, y pudimos ver en directo el truco. Aquí hacen la pizza al momento pero para que cuando hay un exceso de trabajo no se resienta ni la calidad ni el servicio tenían una curiosa máquina (seguro que para mi ignorancia la hay en todas partes) que yo no había visto antes y que hace que el resultado final sea de casi un 10. Lo que hacen es tener las masas levando, y según las necesitan las pasan por una maquina que tiene unos rodillos en vertical y que de una bola saca la pizza. Recien hecha se pone al horno con buenos ingredientes y voilá, este es el resultado. Unas gigantes pizzas buenísimas como hacía tiempo no probabamos. Una calzone rellena (aquí ponen el tomate por fuera y después, para que no quede acuosa por dentro) y una pizza que aquí llaman de otra forma porque va sin pomodoro (sin tomate) y que además primero se hornea y luego se ponen los ingredientes ya hecha y que yo pedí de rúcola y bresaola con parmesano. Para acompañar un Chianti Clásico buenisimo Castello di Ama. (En breve pondré una reseña comentando todos lo vinos probados de una forma más extensa).